Alicia no sabía como
expresar tanto y tanto dolor que sentía en su pecho. Esperaba que nadie
nunca sintiera esa sensación de inmenso vacío. No es algo que ella
deseara a nadie. Sentía como si alguien oprimiera su pecho y no la
dejara respirar, provocándole unas inmensas ganas de llorar.
Pero ella
sabía que algún día ese sentimiento tendria que marcharse. pero ¿cuándo?
se preguntó. No quería cargar más con esa sensación de angustia, de
nostalgia y de profunda soledad. El camino que había elegido se tornaba
cada vez más oscuro y solitario, y a veces sin salida. En su cabeza una y
otra vez sonaba su nombre. Ese nombre que nunca olvidaría y que deseaba
dejar de pronunciar. Quería dejar a un lado su dolor... ese inmenso
dolor que le provocaba recordarlo. La tristeza la estaba consumiendo día
tras día. Todo lo que fue lo, que era y lo que podía llegar a ser, se
truncaba al volver a pensar en el. En sus ojos.
Alicia se sentía expulsada del "País de las Maravillas". Su mundo
perfecto terminó el día de su partida. Ahora su mundo era gris,
doloroso, solitario, con un aire de nostalgia flotando a su alrededor.
Ella no quería seguir así. Pero no sabía donde podía encontrar la
solución. Su dolor crecía cada vez más. Añoraba tenerlo a su lado. Tocar
su piel una vez más. Iluminarse con la luz que sus ojos emanaban. Su
cabeza daba mil vueltas por cada rincón de los recuerdos que guardaba de
él celosamente. Y al final..... no remediaba nada. Todo seguía igual.
Sus noches se tornaban largas y silenciosas. Veía las estrellas y se
preguntaba si él también las observaba. De alguna u otra forma eso la
hacía sentirse cerca de el.
Alicia
cada vez estaba más lejos de las maravillas que le ofrecía su antiguo
lecho, y solamente podía esperar a que esa pesadilla terminara rápido y
con el menor daño posible.